Un lugar en la
ciudad
Sobre el proyecto realizado para la restauración del edificio de Llotja
del Canem por el equipo VAM10, ganador del concurso de adecuación como Sede de
la UJI en la ciudad.
M del Rey, A Gallud. I. Fuster
La Llotja del Vanem en Castelló crea un particular lugar en la ciudad,
donde la traza urbana, con las plazas del Ayuntamiento y del Mercado, la propia
Casa de la Vila y los volúmenes de Santa María, el Fadrí, junto a la Calle
Colón y Caballeros, hacen de su ubicación uno de los hitos principales del
centro histórico de Castellón. Marca la Llotja parte de ese trazado geométrico
originario de una ciudad de nueva planta, justo en el punto donde los grandes
vacíos de lo público distinguen este lugar del resto de una trama edilicia indiferenciada
y trazada a cordel.
Es precisamente el propio carácter de espacio abierto de la Llotja, sus
trazas y dimensiones, aquello que nos vincula al edificio con la res pública, un edificio civil bien
implantado sobre las trazas de la ciudad y con la gran tradición de las Lonjas
mediterráneas, de aquellos espacios para el comercio tan propios de la cultura
de la Corona de Aragón, y de los cuales Cati, Sant Mateu y Morella son ejemplos
singulares en las tierras de Castellón, sin olvidar la Llotja del Comercio de
Valencia, el paradigma de este tipo de arquitecturas en los S XV e inicios del
XVI en Valencia, una de las piezas más importantes de la cultura
arquitectónica. En 1606, en Castellón, se pide por los jurados de la ciudad
construir una espacio “ab arcades a modo
de llonja y ques fasen entorn banchs”, siguiendo esta tradición de espacios
para el comercio, aunque en este caso en esquina, muy a la italiana, resuelto
dignamente con el lenguaje clasicista de su época.
Las relaciones entre espacio interior y exterior en este tipo de arquitecturas,
la diafanidad de las arcadas, la esquina abierta entre dos calles tan
características del trazado de Castellón, son una condición importante en
intervención sobre el edificio; así, el proyecto potencia la prolongación entre espacio interno y espacio
exterior; de ahí la unidad de materiales y texturas de los solados, la apertura
espacial y visual de todo el espacio, de manera que solo la sombra y la
proyección del sólido de su arquitectura sea lo que nos separe el interior y el
exterior.
La superposición de los dos volúmenes que históricamente han construido
este sólido resultante deben poder leerse, aunque de manera discreta, para
dejar constancia del proceso de construcción en el tiempo. Así, podemos
desvelar, para aquellas personas a las que les interese, las distintas fases de
su historia. Sus primeras trazas, la ampliación habida cuando el Ayuntamiento
permite construir en altura, levantando la cota de cornisa en el caserío de la
ciudad. Podemos observar las diferencias estilísticas, las formas, los matices
de color y textura de los materiales de las distintas épocas; por ello, se ha
procurado no tonificar de manera unitaria el conjunto, conservando ciertas
diferencias entre el gris de la piedra de Borriol abujardada como estaba en
origen, quizás para semejarse a las piedras graníticas de Castilla, a los
sillares del Guadarrama, tan propios de esta época de esplendor de los Áustrias,
mientras que en la parte superior los tonos son más cálidos, los dorados y la
sanguina nos devuelven la mirada hacia el mediterráneo.
Proponemos
desde aquí la recuperación de la antigua plaza Plaça de l´Herba, situada
entorno a la Llotja, la puerta noroeste de la Catedral y el frente de lo que
fue el antiguo edificio de la Casa de la Vila, hoy edificio bancario en altura.
Se propuso en su día y se sigue apostando por la unión funcional de estas
plazas, a la manera de rosario de espacios públicos concadenados sobre una
trama regular. Quizás un solado digno y poco adjetivado sea la mejor de las
soluciones –no ha ocurrido así con el tram- insistiendo en la poco atractiva
solución de carriles y calzadas "especializadas". Frente a ello era
más interesante un solado donde prive el dominio peatonal, garantizando siempre
el acceso rodado de servicio. En la Llotja se apuesta por ello, como ya hemos
dicho, y de ahí que el solado de la Lonja sea calizo, de sección y dimensiones
generosas y con un acabado desbastado y algo duro, a la manera de un suelo
público. Dimensión, textura, forma, calidad material, son las características
de un plano de servicio de lo público, para pasar a soluciones más amables y
cálidas en los espacios internos, en las plantas superiores.
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