09 enero 2012

el jardín de las ideas. concurso en lugo

 Esta intervención se basa en el respeto a los elementos esenciales  existentes (caminos de crucero, pozo, cuadrantes de césped,…) a los que se superponen  tres elementos muy sutiles, pero que suponen un cambio importante, tanto de percepción del espacio como del concepto de jardín.
El primero, es un pequeño laberinto de Pleioblastus pigmaeus (bambú enano), de unos 30 cm. de altura, con el objeto de ligar entre sí todos los elementos del claustro. Este laberinto configura un recorrido que nos lleva al pozo, centro de las ideas, como final de recorrido, donde podremos depositar las nuestras y al mirar en su interior nos mostrará la imagen reflejada, tras la que se acumulan las ideas.

Se crea un perímetro de agua, segundo elemento que se introduce, aprovechando el actual canal de recogida de aguas, que se  impermeabilizará y se tratará debidamente para que  mantenga una lámina de agua permanente. Así conseguiremos que la arquitectura inmediata, las columnas del claustro, se reflejen en el agua y nos den una ilusión de continuidad de la arquitectura con el jardín  flotante. 
La iluminación   se trata como un importante elemento de expresión, y es el tercero elemento introducido. La idea es iluminar el perímetro del claustro de manera que la luz llegue hasta el nivel de la cornisa intermedia iluminando únicamente el claustro medieval. Así, en la noche, desaparecerá el nivel superior de construcción en el siglo XVIII, quedando sólo a la vista el claustro medieval. Unas pequeñas luces a ras de tierra que recorren el laberinto, nos conducirán al pozo, donde las ideas se iluminan en su interior y se proyectan al exterior.



 La idea del laberinto se ha tomado por ser, quizás, la imagen simbólica ms cargada de significado, presente en todas las culturas desde la antigüedad hasta  nuestros días y que, de alguna manera, aún mantiene toda su vigencia. 
Durante el recorrido de un laberinto se nos presenta la duda, el extravío, el misterio, el camino, la búsqueda, el secreto, el peligro, la revelación, el triunfo… En el centro del laberinto, se deposita la mayor carga simbólica de su construcción: el lugar en el que se acumulan las culpas, las aspiraciones,  los sueños.  Hay una interacción de los cinco sentidos con la mente y con el tiempo, de manera que lo importante no es encontrar el centro, sino  reflexionar  sobre el motivo por el que nos dirigimos a él. Y este conocimiento es el que adquirimos al llegar al centro, la meta de nuestra peregrinación, ya que allí descubrimos que el último misterio  es, precisamente, encontrarnos a nosotros mismos.
Tanto los elementos vegetales como el resto de la intervención, se ha escogido según criterios de idoneidad y adaptación al medio, además de facilidad y economía de mantenimiento. 
El proyecto se puede ejecutar en varias fases independientes: una de vegetación, otra del agua y la tercera de iluminación.

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