Mi amigo Joan me dice que me moje, quiere saber mi opinión
sobre la arquitectura de Frank Gehry, a lo que se une una segunda pregunta: si
considero adecuado que solo el 2% de lo construido tiene o puede tener la
consideración de arquitectura. No caeré nunca en la estupidez de decir que
cualquier cosa construida es arquitectura.
Para contestar a ello es necesario indicar que por
arquitectura entiendo tan solo aquello que atendiendo a las condiciones del
arte de construir, es capaz de incidir sobre el ánimo del usuario, del espectador, o del ciudadano. Con ello,
aun me parece mucho que sean buenas arquitecturas el 2% de las construcciones,
y que solo el 98% de lo construido sea pura basura, Gehry utilizaba para esta
calificación una expresión escatológica. Y es que es muy difícil hacer una
buena obra de arquitectura, pues es un arte en el que coinciden muchos factores
externos al propio autor de la obra. Primero necesita una inversión
considerable de dinero de un cliente con unos gustos y un programa; Segundo
debe atender a aspectos ajenos a su propio cliente y a su programa, ya que
indirectamente su obra incide sobre lo público, sobre el paisaje, sobre la
calle, etc… Cuestiones que para ser satisfechas, en ocasiones entran en unos
gastos no deseados por el propio cliente. Tercero debe atender a una normativa
previa, en muchos casos muy caprichosa y en demasiados casos, próxima a la
locura. Cuarto, esa obra la construye una tercera persona, un constructor con
unos medios humanos, materiales y unos conocimientos, que son los que son….y
Quinto, que haya un buen arquitecto.
Sobre una observación respecto a la arquitectura valenciana,
tengo que decir que está en lo que podríamos determinar como media, no creo que
sobrepase el 2% de buena calidad, pero si que hay muy buenas arquitecturas y
muy buenos arquitectos y arquitectas, cuya obra hay que saber buscar.
F Gehry en Bilbao
Sobre F. Gehry tengo
que decir que es un arquitecto radical en la utilización de las formas y en
parte de la tecnología, capaz de desestructurar el lenguaje, pero a pesar de
ello no me gustaría tildarlo de deconstructivista y ya está, más bien al
contrario, me gustaría insertarlo en la corriente de los buenos arquitectos que
cuando encuentran un mecenas adecuado saben sacar el mejor partido, analizan el
territorio y dan una propuesta paisajística integral, además de resolver el
programa que se les encomienda. Si sucede lo contrario, se rompe el proyecto,
como es el caso de las bodegas que hizo en El Ciego, un proyecto más bien
mediocre y vulgar, un proyecto de gestos que se imitan a si mismo. Precisamente
una de las cuestiones que más me interesan en F Gehry es la incidencia de la
obra en el paisaje, y como, en el caso de Bilbao ha sabido sacar el máximo
partido a través de su arquitectura a una propuesta de regeneración formal de
un territorio devastado tras la desindustrialización de la ría. Una obra que ha
sido capaz, en parte, de sacar a Bilbao de un marasmo urbanístico incoherente. La
propuesta del Walt Disney Concert Hall de los Angeles incide sobre este tema
formal en una metrópoli muy compleja, con un resultado desde mi punto de vista
muy atractivo. No conozco el proyecto de París que acaba de terminar, pero si
estos dos anteriores y la verdad me parecen dos buenos proyectos, muy
vinculados entre si, de hecho parece que son cohetáneos en su gestación.
La forma, la descomposición y ruptura de planos, la
utilización de formas plásticas, bien construidas, dan al proyecto casi la
razón de ser, en su lucha por distinguirse de los axiomas modernos de “la forma
sigue a la función”, en su caso se decantan por alternativas de pensamiento en
las cuales la forma adquiere un contenido particular y de alguna manera
detentan aquella propuesta en la cual se entiende que los grandes problemas de
las sociedades contemporáneas son en el fondo problemas de forma.
El Walt Disney Concert Hall de los Angeles .
Fotos Miguel del Rey